Reconocimiento a Santiago Bouchon, Doctor Honoris Causa de la UNRC

En la mañana del 3 de julio de 2019 Santiago Bouchon, creador y constructor del Museo Polifacético Rocsen, fue distinguido con el título Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional de Río Cuarto. El equipo de investigación que lleva adelante este blog fue parte de este reconocimiento, y las profesoras Susana Rocha y Cecilia Lladser participaron en el impulso y el trabajo necesario para hacer realidad esta iniciativa. Por la importante tarea llevada adelante por Santiago, quien falleció a comienzos de este año, y para reconocer y agradecer sus enseñanzas en los caminos que nos permitió recorrer juntos, hoy estuvimos presentes en la entrega del Título y queremos compartir lo vivido con los lectores de este blog.

El homenaje contó con la presencia de María Eugenia y Pedro, hijos de Santiago. Foto: Ernesto Cerdá

En el día en que Santiago Bouchon cumpliría 91 años, la Universidad Nacional de Río Cuarto le hizo entrega del Título Doctor Honoris Causa. La distinción fue recibida por Eugenia y Pedro, dos de los seis hijos de Santiago, quienes se mostraron emocionados y agradecidos en la ceremonia. Estuvieron en el Aula Mayor autoridades institucionales de la UNRC, del municipio de Nono y de distintas ciudades y pueblos de la región; profesores y estudiantes de escuelas secundarias de Río Cuarto, de la Universidad y del Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM); compañeros de trabajo, amigos y familiares del homenajeado y público en general que quiso acompañar este merecido reconocimiento.

La palabra de Santiago Bouchon estuvo presente mediante un video que recopiló fragmentos de una entrevista realizada por la UNRC en 2013 y fotos que permitieron observar las numerosas actividades que desempeñó tanto en su comunidad de vida elegida, Nono, como en Río Cuarto y pueblos y ciudades de Córdoba. Esta presentación fue precedida por la música del Ensamble universitario de música popular argentina y latinoamericana dirigido por el profesor Walter Cisneros, que entre violines, violas, cellos, percusión y guitarras nos llevó por los caminos de las zambas, los ritmos de los joropos y las melodías de Piazolla.

Juan Santiago Bouchon en su Museo. Foto: Museo Rocsen (www.museorocsen.org)

En ese marco artístico, el Aula Mayor de nuestra Universidad se llenó de silencios respetuosos y aplausos emocionados tras la proyección de las imágenes de la vida de Santiago y la posibilidad de escuchar mediante ese registro sus palabras. Resonó allí su historia, los recuerdos de su niñez cuando ya se perfilaba como un profundo observador de lo humano y de la forma en que los objetos reflejan a esa humanidad que los construye. Con la guía de su voz viajamos por las tierras francesas en las que siguió dándole forma a esas ideas en sus estudios universitarios, cuando proyectaba ya un Museo Polifacético, y luego cruzamos hasta este lado del océano, hacia donde dirigió su rumbo como consecuencia de la guerra en Europa. Pedro, hijo de Santiago, nos contaría luego que su padre no volvió a Francia tras decidir asentarse en tierras cordobesas.

En las cercanías de Nono, donde Santiago Bouchon eligió vivir tras un tiempo en Ciudad de Buenos Aires, construyó con sus propias manos el Museo Rocsen, que cumplió ya cincuenta años. El lugar siempre estuvo abierto al público de todas las edades, pero principalmente a los jóvenes, a quienes Santiago nunca dejó de dar charlas y ofrecerles el acceso a la cultura, el cual consideraba como «nuestro derecho más absoluto». A través de su voz escuchamos también sus ideas sobre la necesidad de tener una juventud pensante y el cuestionamiento a la existencia de fronteras o divisiones entre países. Justamente, su proyecto de Museo siempre fue un lugar donde «se encuentre todo el hombre, para todos los hombres», sin diferencias ni fronteras, ni científicas ni de ningún tipo: Santiago nos definía a todos como parte de la misma especie.

La imagen de las 50 estatuas construidas por Santiago Bouchon para la fachada del Museo, presente en la invitación a la ceremonia

La lectura del documento del título Doctor Honoris Causa, aprobado por la resolución 457/19 del Consejo Superior de la UNRC en diciembre del año 2018, dio paso a la entrega del reconocimiento a Eugenia y Pedro. En ese acto fueron obsequiados también con el libro «Semilla», que contiene trabajos de varias personas que han sido o son miembros del equipo de investigación que lleva adelante este blog, y que fue prologado por Santiago. Además, se les hizo entrega de «Cuadernos de notas», que reúne escritos de personas que estuvieron en contacto con él en las numerosas actividades que hoy la Universidad le reconoce.

Las profesoras Susana Rocha y Cecilia Lladser, de la Facultad de Ciencias Humanas, fueron las encargadas del laudatio. Ellas fueron quienes se contactaron con Santiago Bouchon hace ya casi una década y lo invitaron a nuestra Casa de Estudios, aunque su tarea en la ciudad trascendió los límites del campus: durante sus tres visitas, Santiago siempre estuvo dispuesto a brindar charlas en escuelas de la ciudad y de la zona, en el Teatrino de la Trapalanda y, en una ocasión muy especial, en el Teatro Municipal de Río Cuarto.

Las profesoras destacaron la mirada siempre humana y comprometida de Santiago Bouchon, y el hecho de que su Museo alberga hoy en día una cantidad de objetos puestos en relación entre sí de manera tal que trascienden la división en disciplinas en la que suele presentarse dividido el conocimiento. Tal como era la intención al crearlo, el Museo es “polifacético”, y es por eso que la conexión con nuestra Universidad es múltiple: en sus más de 100 temas y más de 50.000 piezas podemos encontrar lo que estudian nuestras cinco facultades, desde una visión que privilegia la conexión entre todo ello.

El Título de Doctor Honoris Causa entregado por la Universidad Nacional de Río Cuarto al Sr. Juan Santiago Bouchon. Foto: Ernesto Cerdá

 

“Este premio es consecuencia de lo que se hace en la vida”

En su discurso, Eugenia recordó con emoción y orgullo a su padre, a quien calificó como “irreemplazable” y como una persona que en su desarrollo como ser humano fue “descubriendo que lo más bello del aprender fue el poder enseñar”. Con respecto a la relación de Santiago con nuestra Universidad, Eugenia agradeció que se le hayan abierto las puertas a su padre, y se lo haya recibido a él y a su mensaje con respeto y afecto. “Agradecemos que hayan valorado en vida su obra, el Museo Rocsen y su misión personal que apuntaló firmemente con la creencia de que el amor, la paz y la cultura podían solucionar los problemas entre los seres humanos”, agregó. Por su parte, Pedro recordó que su padre tuvo la oportunidad de dar charlas en la UNRC, tal como acostumbraba a brindarlas en el Museo Rocsen, lugar al que se acercaban colegios de todos los niveles, tanto de la provincia como del resto del país y del extranjero.

Eugenia relató que su padre siempre repetía que “las personas mueren, pero las obras continúan”. Santiago se enteró que la Universidad le otorgaría el Título de Doctor Honoris Causa en diciembre del año pasado, y en ese momento le pidió a su hijo que él fuera su portavoz en el momento en el que se lo entregaran. “Él me dijo que este premio, este reconocimiento es consecuencia de lo que se hace en la vida”, afirmó Pedro. Santiago le pidió agradecer a todos los participantes del proyecto de reconocimiento y a la Universidad Nacional de Río Cuarto.

La visión de Santiago Bouchon acerca de la humanidad fue definitoria en su trabajo. Él “consideraba que nuestra especie es una sola, que todos somos hermanos de sangre y que como tales tenemos el poder y el deber de salvar el planeta», señaló su hija Eugenia, y en ese marco, el creador del Museo Rocsen pretendía que en ese lugar pueda encontrarse “todo el hombre para todos los hombres”. Esta frase, explicó su hija, “se refiere al hombre desde una visión antropológica, en la que abarca al ser humano en su totalidad, sin distinciones de género”.

Allí reside hoy su legado, en un Museo que hoy sus hijos se comprometen a mantener en funcionamiento. Lo entienden, tal como decía su padre, como un servicio: “un museo es un espacio social cuya función consiste en satisfacer el interés general por conocer, promoviendo la investigación, conservación y protección, exhibición y documentación de las colecciones que conforman el patrimonio de valor natural y cultural manifestado por el hombre de ayer y de hoy para las generaciones futuras”, definió Eugenia. Y en esa tarea se encuentra actualmente la familia de Santiago, quien dejó proyectos para ampliarlo y poder seguir ubicando la multitud de piezas que constituyen un invaluable legado humano.

 

“Era un papá más”

Con posterioridad a la premiación, como equipo tuvimos la oportunidad de conversar con compañeros de trabajo, familiares y amigos de Santiago. A ellos les agradecemos que hayan compartido con nosotros sus experiencias con quien definen como una persona “genuina”, “brillante” y “humilde”.

“Era como un papá más”, confió uno de los trabajadores del Museo que acompañó el homenaje, y que compartió con nosotros su relación con Santiago. “Cada vez que estabas trabajando con él te enseñaba cada día más”, recordó. Otros compañeros y familiares coincidieron en las enseñanzas que surgían de las largas charlas que mantuvieron con él, en las cuales siempre estaba presente el humor, la actitud positiva y la sonrisa de Santiago.

La compañera de Pedro resaltó el amor por el trabajo en el Museo que lo acompañaba día a día: “En estos días que hace cinco grados bajo cero, él estaba laburando, ocho de la mañana ya en su Museo, en el taller, siempre con cosas nuevas”. Y era una actividad que, en el contacto con familiares y visitantes, siempre incluía la risa: “En cualquier momento te cortaba la onda formal en la que estabas y te contaba chistes, y te sacaba lo mejor, una sonrisa”.

En el recuerdo emocionado de Santiago también aparecieron sus características de vestir, de expresarse y de ser en lo cotidiano y en las relaciones con los demás. En la charla entre quienes tuvieron la oportunidad de vivir con él distintas experiencias aparecía constantemente la sencillez que lo caracterizaba. Sus camisas de grafa, sus alpargatas o sus tiradores son parte de la imagen que hoy conmueve, y que también mueve a seguir difundiendo y compartiendo sus ideas, su visión del mundo y de la vida.

Sus familiares y compañeros acuerdan en que Santiago tenía grandes conocimientos no sólo en lo académico, sino en el terreno espiritual y como persona. Entre las enseñanzas surgidas de su propuesta, quienes conversaron con nosotros señalaron que aparece la necesidad de “unificar al mundo, que es el propósito de esta humanidad y de ser civilizado, sí o sí tenemos que terminar con la noción de división en todos los sentidos, ese mensaje creo que es el horizonte y la brújula de la vida de Don Santiago”. Por su parte, el artista Juan Danna, quien retrató a Santiago, expresó que “una persona que está conectada es una persona genuina, una persona que está conectada con su esencia, es una persona entera. Una estructura académica es una herramienta nada más, no hay que perder lo que esa persona tenía de naturaleza. Santiago es un ejemplo cabal de lo que es un ser humano”.

 

“Trabajemos para la paz”

Al finalizar la ceremonia, Eugenia Bouchon nos pidió a los presentes que fuéramos sus cómplices para dedicar un regalo para su papá. Nos comentó que había una idea que a Santiago le gustaba decir en las charlas que dio innumerables veces, y que tiene que ver con su concepción acerca de lo que es el hombre y su visión sobre el futuro. El Aula Mayor completa pronunció así, para que se escuchara desde todos lados y resonara en los corazones de los presentes, la frase “Trabajemos para la paz”.

En ese mismo sentido, invitamos a conocer el trabajo y las ideas de Santiago, los cuales han sido reconocidos hoy en el marco de nuestra comunidad universitaria. Esperamos que sus recorridos, sus creaciones y su defensa de los valores de la humanidad puedan inspirar y acompañarnos en nuestras vidas y en nuestras relaciones, como así también en la construcción de ese futuro más igualitario y más humano que él anhelaba y por el que trabajó incansablemente.

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