El PATO MANDARIN es una especie de pato, que estuvo muy extendida por toda Asia oriental, pero las exportaciones masivas (para parques y colecciones) y la destrucción de su hábitat han reducido sus poblaciones en el este de Rusia y de China por debajo de 1.000 parejas en cada una de las dos regiones; en Japón, sin embargo, se estima que existen unas 5.000 parejas.4 Estas poblaciones asiáticas son migradoras e invernan en las tierras bajas del este de China y del sur de Japón.
Elegante y de constitución robusta, puede llegar a medir 45 cm de longitud, el macho es un ave inconfundible: presenta un copete rojo con brillos metálicos de color verde sobre la frente y dos franjas laterales de color blanco o crema muy claro, en las que destacan los ojos oscuros y el pico de un tono rojo coral. Asemejándose a unas barbas, posee unas plumas de un color naranja cobrizo. El pecho y la garganta son de color morado; el vientre es blanco, y los laterales son de un tono crema con dos bandas azuladas, que dan paso a sendas franjas anaranjadas curvadas hacia arriba.
La hembra es bastante parecida a la del pato joyuyo; posee un plumaje mucho más discreto: tonos pardos y ocres en sus partes superiores, un anillo y una banda blanca alrededor del ojo, y las partes inferiores más pálidas, con los flancos moteados.
Comportamiento
En invierno pueden formar pequeños grupos, pero raramente se asocian con otros patos.
Se alimentan tanto en tierra como en agua. Comen sobre todo plantas y semillas, especialmente de hayas. Suelen comer hacia el atardecer, permaneciendo en los árboles o en el suelo durante el día.
Anidan en agujeros de árboles cercanos al agua. Al poco tiempo de nacer los patitos, su madre vuela al suelo y les anima a saltar del nido.
Creencias:
En Asia oriental los patos mandarines fueron considerados animales portadores de buena fortuna, y de amor y afecto conyugal; de tal forma que en China se regala una pareja de estos patos como regalo principal en las bodas más importantes.