El término alfabetización se refiere a la capacidad de leer y escribir (la capacidad
de calcular por escrito se agrega muchas veces como parte de la alfabetización).
Aunque los términos analfabetismo y alfabetización se aplican tradicionalmente a la
población mayor de 15 años, el aprendizaje de la lectura y la escritura no tiene
edad, es un proceso que se realiza en cualquier momento y a lo largo de la vida,
en la infancia, en la juventud y en la edad adulta.
La convención social asume que la infancia –y más específicamente la llamada “edad escolar”– es la edad “normal” para aprender a leer y a escribir. Dicha convención social se basa, no obstante, en dos falsos supuestos: (a) sociedades que aseguran a todos los niños y niñas el derecho a acceder a la escuela, y (b) escuelas que aseguran el derecho a aprender. Falsos supuestos porque en la mayoría de los países del Sur –y en muchos países del Norte– millones de niños y niñas no acceden a la escuela, mucho menos a una escuela que asegure el derecho al aprendizaje, o no cuentan con las condiciones para permanecer en ella el tiempo suficiente para aprender a leer y escribir de manera autónoma. En consecuencia, millones de niños, jóvenes y adultos son obligados a alfabetizarse fuera de la escuela, en su juventud o en su edad adulta, a través de programas de educación no formal.
“Edad escolar” no es lo mismo que “edad de aprendizaje”. En el marco del
aprendizaje a lo largo de toda la vida resulta esencial revisar nociones tales como
“ingreso tardío” a la escuela o “sobre-edad”, que asumen una relación fija entre
edad y educación, y hacen de la edad un factor claro de discriminación y exclusión.
De hecho, y dadas precisamente las precarias condiciones económicas, sociales
y educativas que se ofrecen a amplios sectores de la población en los países
del Sur, los sistemas educativos deben asumir el aprendizaje a lo largo de toda la
vida como una necesidad y una realidad inevitable. En sociedades democráticas,
o que aspiran a ser democráticas, el servicio educativo requiere abrirse, flexibilizarse
y diversificarse a fin de satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de la
población a cualquier edad, dentro y fuera del sistema escolar.
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