Una marca registrada
Por: Fabian García en Aquí Vivimos (Revista)
COMO SI SE TRATARA DE UN DIARIO PERSONAL AL QUE NUTRIMOS HORAS TRAS HORAS CON NUESTRAS VIVENCIAS, APRENDIZAJES E IMÁGENES MÁS SIGNIFICATIVAS, LA MEMORIA ES NUESTRA MARCA DEIDENTIDAD. ALLÍ ESTÁ TODO LO QUE SOMOS. Y TAMBIÉN LO QUE NO QUEREMOS SER, LO QUE DESEAMOS OCULTAR U OLVIDAR.
Almacenar recuerdos es un asunto complejo. Los expertos calculan que se conoce sólo el 10% del cerebro y el resto mantiene su misterio. Pablo Martinez Laje, coordinador del grupo de Estudio de Conducta y Demencia de la Sociedad Española de Neurología le dijo al diario El País de Madrid que el cerebro madura durante los primeros 20 e incluso 30 años de nuestra vida; todo lo que se asimila se hace sin esfuerzo, pero que a partir de los40, a este órgano le cuesta más fijar información en la memoria. Esto explica, según el neurólogo, que en las enfermedades neuronales que afectan a la memoria por un accidente o un problema físico, los enfermos trasladan los recuerdos a la infancia o juventud, donde éstos son más sólidos.
Iván Izquierdo y Martín Cammarota, del centro de Memoria del instituto de Pesquizas Biomédicas de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul, Porto Alegre, Brasil, describen cómo funciona la memoria: “Recordamos aquello que hemos grabado, aquello que hemos aprendido. De hecho, y sin temor a exagerar, podemos afirmar que somos literalmente aquello que recordamos. No podemos hacer lo que no sabemos cómo, ni comunicar nada que desconozcamos. El acervo de nuestras memorias hace que cada uno de nosotros sea lo que es, un individuo, un ser para elque no existe otro idéntico”.
En el reverso aparece otro de los actos de la memoria: “Alguien podría rebatir que ‘…también somos lo que resolvemos olvidar…’ De esto no existen dudas, pero no hay cómo negar que este olvido ‘voluntario’ constituye un proceso activo en si mismo que involucra una práctica de memoria: nuestro cerebro recuerda cuáles son las memorias que no queremos recordar y hace un esfuerzo muchas veces inconsciente para hacerlo. Escoge cuidadosamente los ‘malos recuerdos’ y evita evocarlos”, explican Izquierdo y Cammarota.
Toda la información que obtenemos es ingresada por la llamada memoria de trabajo u operativa, donde esos datos se mantienen navegando hasta que la memoria decide qué hacer con ellos. Todo, en un tiempo limitado que no supera la media hora. El mismo tipo de memoria actúa también el momento de expresar un contenido.
¿Por qué nos olvidamos de los nombres de personas queridas y, en cambio, recordamos la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero o el ataque a las Torres Gemelas? ¿Todo lo que contamos es real o está mediado por construcciones del lenguaje o la imaginación o el inconsciente? ¿Qué memorizamos mejor? ¿Por qué al envejecer, muchas personas olvidan dónde dejaron las llaves de la casa o el lugar dónde estacionaron el auto, pero se acuerdan de un detalle de su infancia?
El sitio donde se guardan celosamente esas respuestas es el hipocampo, ligado íntimamente a la emociones.
LA MEMORIA Y LAS MEMORIAS
El término “memoria” se refiere al proceso mediante el cual los animales (entre ellos, los seres humanos) adquirimos, formamos, conservamos y evocamos información, la fase de adquisición se llama aprendizaje, mientras que la expresión de la memoria se denomina evocación.
Ignacio Morgado Bernal, catedrático de Psicobiología en la Universidad Autónoma de Barcelona, apunta que aprendizaje y memoria son dos procesos cerebrales estrechamente ligados que originan cambios adaptativos en la conducta. La estabilización de los cambios neurales que tienen lugar tras el aprendizaje, permite la consolidación de memorias y su mantenimiento a largo plazo. Cuando aprendemos podemos utilizar de forma interactiva dos tipos de estrategias cognitivas. Una de ellas se basa en la repetición del entrenamiento y da lugar a la memoria implícita, una memoria de hábitos, inconsciente y rígida (conducir, nadar, caminar), que difícilmente se expresa en situaciones diferentes de la original. Está ubicada en las regiones cerebrales que procesan información sensoperceptiva, motora y emocional (en la neocorteza, el neostriado, el cerebro o en la amígdala). La otra estrategia cognitiva es relacional y origina la memoria explicita o declarativa, una memoria consciente y flexible que puede expresarse en situaciones y contextos variados (registra hechos, temas, aprendizajes académicos). Es dependiente del sistema hipocampal y se basa en información distribuida en amplias regiones cerebrales.
Hay muchas memorias, tantas como experiencias posibles. Izquierdo y Cammarota explican: “Es evidente que la memoria de haber puesto los dedos en el enchufe no es igual a la primera novia, a la casa de la infancia, a la de saber nadar o andar en bicicleta, a la del perfume de una flor o la de ejercer la medicina. Algunas de ellas se adquieren en segundos (la del enchufe), otras, en semanas (andar en bicicleta) y otras, en años (la medicina). Unas son muy visuales (la casa de la infancia), otras, sólo olfativas (la flor) y otras casi completamente motoras (nadar)”.
Dicen que “el conjunto de nuestras memorias determina, en última instancia, aquello que denominamos personalidad”.
“Las memorias son codificadas por neuronas –agregan Izquierdo y Camarota-, se almacenan en redes neuronales y son evocados por esas mismas redes u otras. Son moduladas por las emociones, por el nivel de conciencia y los estados de ánimo. Todos sabemos cuán fácil es aprender o evocar algo cuando estamos alertas y de buen humor; y cómo se hace difícil aprender cualquier cosa, o hasta recordar una persona o una canción cuando estamos cansados, deprimidos o muy ansiosos”.
RECORDAR U OLVIDAR
Olvidar o guardar un hecho o una información depende también de factores emocionales y afectivos. Andrés Urrutia, psicólogo y director del Centro Para Adultos Mayores (CEPRAM), de la ciudad de Córdoba, explica que “la memoria tiene una base neurológica. La memoria tiene su asentamiento en los lóbulos temporales, pero principalmente en una estructura que está dentro del sistema límbico, fuertemente ligado a los procesos funcionales, que se llama hipocampo. Entonces todo lo que tiene que ver con la memoria está fuertemente atravesado o mediado por la emoción. De este modo, lo que te emociona tanto negativa como positivamente, es posible que tenga un efecto de fuerte recuerdo o fuerte olvido”.
En ese sentido, Izquierdo y cammarota hacen otro aporte: “Es bueno considerar el lado adaptativo de esto: la preservación de demasiados detalles de las memorias muy emocionantes causaría estragos en nuestra vida afectiva. Imaginen si guardásemos todos los detalles de cada velorio de un ser querido, o de un episodio muy humillante, o de una guerra. Viviríamos condenados a permanecer para siempre bajo un cuadro gravísimo e intratable de depresión”.
PERROS EN EL PARQUE
Todos sabemos que a la hora de armar nuestro diario personal, no todo sirve; hay hojas que podrían arrancarse. La memoria justamente descarta lo trivial e incluso, a veces, incorpora hechos irreales. Señalan Izquierdo y Cammarota que “la memoria que cada uno construya de un día en el parque no es la misma que formará un perro, el cual carece de la capacidad del lenguaje, tiene una vista mucho peor, un olfato mucho mejor, dos patas más y motivaciones diferentes. Nosotros estamos acostumbrados a traducir imágenes, conocimientos y personas en palabras y, muchas veces, las guardamos en la memoria sólo como tales. Con el correr de los años, esas palabras terminan quedando vacías de contenido y se acaban perdiendo también. Existe un proceso de traducción entre la realidad de las experiencias y la formación de la memoria respectiva (aprendizaje y registro); y otro entre ésta y la correspondiente evocación. Los humanos usamos mucho el lenguaje para hacer estas traducciones; los animales no. Las emociones, el contexto y la combinación de ambos influencian la adquisición y la evocación”.
El psicólogo Luciano Ponce, docente del CEPRAM, afirma que “se sabe que lo que uno recuerda de un episodio es construido; se hace en virtud de relatos, de cosas que pasaron después del evento. Muchas veces, entre estudiosos de distintas disciplinas, preocupa si la memoria es fiel reflejo de la realidad o no. En lo cotidiano, esto no sería tan relevante como la manera en que ese pedazo de memoria –ese episodio- se va haciendo una estructura capaz de construir una historia de vida de la persona”.
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