Es como una segunda adolescencia. Pero a diferencia de los chicos, ellos saben bien lo que quieren, disfrutan del tiempo libre, se divierten y ni piensan sentirse viejos. Es la hora de las asignaturas pendientes.
Por Ana Roberts
Julia es una mujer que no aparenta sus 60 años; o al menos no da la imagen que hasta hace poco teníamos de una mujer de 60. Está vestida impecable, a la moda, con pelo arreglado y el maquillaje perfecto. A esta edad decidió que quería tener su propia inmobiliaria, así que estudió para martillera pública y, un poco por necesidad y otro poco por pasión emprendedora, se largó.”Cuando el más chico de mis cinco hijos cumplió 21 años, decidí que era tiempo para mi de hacer lo que realmente me gustaba y hoy soy feliz con mi trabajo. Yo pensaba que cumplir 60 era terrible, siempre fui súper coqueta y me imaginaba con pelo blanco, ayudando con mis nietos…¡Y me moría de la depresión! Pero, no, hay otras opciones, sobre todo si uno se siente bien y con ganas. Es una etapa genial.
Quedan atrás los malos momentos que te hace pasar la menopausia y es como un renacimiento. Siempre les aconsejo a mis amigas que no se conviertan en ‘viejas de 60’; se puede ser una joven de 60 y estar elegante y a la moda, afirmando el estilo propio que a esta edad ya es único”.
María tiene 62 años; es madre de siete hijos y abuela de quince nietos. Le encanta la vida al aire libre y tiene aspecto fresco y deportivo. “No puedo creer disponer de tanto tiempo para mi. Juego al tenis dos veces por semana y, después de tomar algo y charlar un rato con mis amigas, me voy caminando hasta el supermercado. Por lo general, duermo una siestita y a la noche salimos con mi marido al cine o a comer con amigos. Él también tiene sus actividades; juega al golf y todavía mantiene su oficina, adonde va sin horario fijo para atender sus cosas de trabajo. Además, mi pasión siempre fueron las plantas y ahora, por fin, dispongo de tiempo para mantener mi jardín impecable.
No tengo la figura que tenía a los 40, pero no me molesta. Puedo comer una buena torta sin culpa. Al fin y al cabo, ya pasé los60”.
Ellas, las nuevas chicas de 60, son saludables, curiosas y activas; se sienten en buena forma, han superado muchos tramos difíciles de la vida y saben verla con los ojos de la experiencia. Esta nueva etapa les ofrece un tiempo sin tantas responsabilidades; sus hijos están grandes y, aunque tienen nietos, no se esclavizan con ellos. “Me gusta disfrutarlos, pero hijos ya crié”, dicen. Por eso, como disponen de mas tiempo libre, pueden elegir actividades nuevas con la sabiduría del que ya sabe para qué es bueno y para qué no. Sin temor al fracaso, y con ganas de disfrutar cada día, se divierten sin complejos ni culpa y aprovechan las cosas más sencillas de la vida: hacer las compras para el almuerzo, caminar al sol, leer un libro, tomar un curso, enamorarse o animarse a un crucero. ¿Adolescentes de 60? Algo así: sexalescentes.
“No son las arrugas las que denotan la edad, sino la postura, la actitud o los temas de conversación”.
Hoy podemos descubrir esta nueva franja etaria que antes no existía. Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra “sexagenario”, sencillamente porque no figura entre los planes actuales el empezar a sentirse viejos. Algunos, en tono de broma, se llaman “sexygenarios”. Se trata de una verdadera novedad demográfica, parecida a la aparición, en su momento, del término “adolescencia”, que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos crecidos.
Así, los de 60 estrenan categoría. Están plenos física y emocionalmente, y recuerdan la juventud sin nostalgia porque esa etapa también está llena de conflictos… Y ellos lo saben. Muchos ni sueñan con jubilarse, entregarse al deterioro o vencerse ante la enfermedad. Más que jubilados, viven con jubilo e intentan contagiar a sus pares una actitud de alegría y ganas de vivir.
Un horizonte nuevo
Son muchos los sexalescentes que, al parecer, aprendieron a aceptar su condición, posibilidades y estado civil. Se les animan a los duelos porque descubrieron los beneficios de no tenerles miedo a la muerte, a la soledad y a la exclusión. Dan cátedra de curiosidad, creatividad, voluntad y esperanza, entre muchas otras virtudes y fortalezas. Lo más interesante es que, si bien algunos pudieron elegir qué vida llevar, están también quienes a los 60 se dan cuenta de que, más allá de ciertas mañas severas, están a tiempo de descubrir algo nuevo. Se le atreven a los proyectos postergados o, al menos, intentan modificar algunos hábitos y costumbres que, en definitiva, nunca quisieron para sus vidas.
Muchos médicos y psicólogos sugieren que este fenómeno de la sexalesencia tal vez tenga que ver con la aparición de lo que empieza a denominarse la “cuarta edad”: gente que vive de los80 alos 100 años en perfecto estado de salud.
Según la socióloga María Inés Pacenza, dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un lugar especial: “Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad (mientras que sus madres sólo podían obedecer) y de ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar. Esta mujer sexalescente fue capaz de sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los años sesenta. En aquellos momentos de su juventud, en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, muchas eligieron tener hijos y pocas eligieron no tenerlos. Fueron periodistas, atletas o crearon su propia empresa. Pero cada una hizo su voluntad. Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando a diario. Pero algunas cosas ya están claras: no son personas detenidas en el tiempo; la gente de 60 maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben –y se ven- con los hijos que están lejos, y hasta se olvidan del teléfono porque prefieren chatear con sus amigos o escribir mails con sus ideas y vivencias. Rara vez se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes, los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Cuando pierden, reflexionan, toman nota…y a otra cosa”.
El amor maduro
A las sexalescentes, la apariencia física no les preocupa de la misma forma que antes. Les gusta verse bien, pero cultivan su propio estilo y conocen como nadie la psicología masculina, son expertas en el arte de la seducción y distinguen la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
“A los 60, el amor puede ser tan fuerte como en la juventud. Se tienen la misma ansiedad, nervios, miedos y vergüenzas. Se está frente a una primera vez, el primer encuentro entre esa mujer y ese hombre; pero las expectativas y los proyectos no son los mismos. La búsqueda ya no apunta tanto a la convivencia o a formar una familia.
Se pretende compañía para compartir salidas, alegrías y tristezas, contar con alguien que escuche, que apoye y contenga. La razón y el enamoramiento se entrecruzan y se complementan, y las experiencias vividas, negativas o positivas, van a influir en las necesidades y expectativas de la búsqueda de una nueva pareja”, dice la psicóloga Hilda Levy, autora del libro Mujeres de 60.
Y no sólo se atreven a una segunda oportunidad en el amor, sino que también se destacan en cargos importantes, que requieren madurez y experiencia. Allí están mujeres como Michelle Bachelet, a cargo de ONU mujer y Ex presidenta de Chile; Hillary Clinton, secretaria de Estados Unidos; o Ángela Merkel, Presidenta de Alemania. “Ahora reempieza a elegir a estas mujeres experimentadas –dice la socióloga española Rosario Martínez Arias-. Ellas cuentan con otros valores adicionales, propios de su edad, como la seguridad y la gran capacidad de lucha que poseen, ya que han tenido el camino más difícil que los hombres”.
Hace unos años, la consultora StrategyOne realizó para la firma Dove un estudio en diez países (entre ellos Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Japón), en el que el 87% de las mujeres dijeron que no se identificaban con la mujer que era su madre a su edad, y el 86% se declararon orgullosas de los años que tenían.
“No son las arrugas las que denotan la edad, sino la postura, la actitud, los temas de conversación, lo actualizado de nuestras opiniones y el mensaje que irradia nuestro cuerpo –dice Hilda Levy-. El sonreír, el saber escuchar, el sentido optimista ante las contrariedades, la jovialidad y lo interesante de nuestra imagen para que los demás disfruten de nuestra compañía”.
Al parecer, estos sexalescentes llegaron para demostrar que el placer no se desvanece con el correr de los años, por más que los sentidos vayan perdiendo, poco a poco, la fidelidad y frescura de la juventud. Todo es, en definitiva, una cuestión de actitud. Ellos intuyen, o saben por experiencia, que el optimismo protege el cuerpo y el alma. Y, por lo que se ve, mal no les va.
¡Hermoso regalo! ¡El mejor que recibí en este hermoso día! Gracias, mil gracias
Muy lindo post 🙂 !! Como decía mi abuela » viejos son los trapos » 🙂 !!
CECI ME ENCANTO!!!
MUY LINDO Y OJALÁ LA VIDA NOS DEPARE ENCUENTROS EN LA MÚSICA TODAVÍA!!!
Esto ha sido de gran ayuda, gracias por compartirlo por este medio. Espero que otros puedan seguir beneficiandose de tu pagina asi como yo lo he hecho
Mi hijo me comento que me agradaria este sitio web y tenia toda la razon. No suelo publicar en los blogs pero me gusto el argumento y lo quice hacer. Congratulaciones