Invitemos a nuestro corazón a reflexionar . . .
El 14 de febrero, día del Santo Patrono del Amor, las personas, según sus estados de vida, tienen distintos sentimientos de acuerdo a si existe o no ese ”alguien” que las motive. En general, sólo los que tienen pareja se regalan flores, animalitos de peluche, chocolates o cenan a la luz de las velas mientras que los que están solos, los que literalmente no tienen con quién festejar, no pueden celebrar.
Como sucede en Navidad, en Año Nuevo o en cualquier otra fecha de gran influencia mediática, es muy difícil alejarse de lo que, se supone, se debiera sentir ese día que invita a los suspiros, al romanticismo y a la tremenda nostalgia de querer, más que otros días, un fuerte abrazo y un beso, desde la más profunda ternura y con mucha pasión.
San Valentín es, entonces, un gran desafío para los que están solos. Quizás, deban aprovechar la invitación para agradecer los amores que han tenido, y, sobre todo, reflexionar y rescatar los aprendizajes que han tenido con ellos, para decretar, en lo más profundo de sus corazones – si es que así lo quieren- que el próximo año, estarán acompañados. Y no por cualquier persona, sino por una que los hará sentir que han encontrado al compañero que anhelaban para que camine con ellos por la vida.
Este día puede ser una instancia de reflexión, de agradecimiento y, sobre todo, de entendimiento. Es un momento para evaluar cuánta importancia le damos al amor de pareja en nuestras vidas y cuánto estamos dispuestos a vencer nuestros miedos para llegar a consolidar una linda relación.
En un mundo que vive acelerado, sin mucha paciencia, donde la tolerancia se reduce a casi cero y el temor al compromiso impide muchas veces configurar una relación plena y sana, poder celebrar este día es un regalo. Abrir el corazón como para que pueda ocurrir es una buena decisión que puede llevar a celebrar, aunque sea en silencio, el día de los enamorados.
Dicen que en la vida es prudente tener miedo pero es de valientes vencerlo. A veces se dejan muchas posibilidades de poder amar de verdad por miedo. Hay que tener valentía para volver a amar y para vivir el riesgo de no saber qué va a pasar. El amor es ausencia de miedo y llegar a caminar por ese sendero no es nada fácil. Eso sí, hay que preguntarle al corazón si está preparado.
Si hay alguien, éste es un día para decirle especialmente cuánto lo amamos, algo que debiéramos hacer siempre; y, si no lo hay, es un buen momento para recordar, para decretar qué es lo que queremos y pensar si estamos preparados para recibir un nuevo amor. Y, quizás, el próximo año, celebremos desde la otra orilla.
SU Mirada de Mujer
Pilar Sordo